(Si usted quiere, puede sacarse la kipa. No es apto para kipot sensibles. Las de servilleta, quizás sonrían)
De las posibilidades que da el judaísmo una de las tantas que me emocionan es la del permiso al delirio. Porque la ley está escrita, pero lo que significa es una pregunta abierta que cada judío responde más o menos como se le canta; y en esto ni di-s se mete, que precavido dijo eso del libre albedrío les doy la ley y arreglense. Y menos mal: la última vez que intervino ahogó a casi todos.
Asique esto, crean o no en di-s, es cosa de hombres.
Sin entrar en dilemas de proscripción de identidades-que para charlar eso tenemos el resto del año-, postulo que uno es judìo por lo que come o por lo que piensa. Y como se supone que en Iom Kippur no comemos, y en el shil no hay tele y al rabino no le molesta que susurren mientras reza poq asumiò que no le prestan mucha atención, propongo que nos encontremos a pensar-claro está, respetando la prioridad de cualquier chusmerío.
Yo no sé a quién-probablemente quiènes-se les ocurrió esto de un día del perdón, pero algo habrán querido decir-o no, vieron que la historia hace esos chistes. Pero ya que faltamos a la escuela-¡intenten con argumentos políticamente correctos, a ver si alguien se remuerde!-podríamos intentar darle un sentido. Digo, poq para ser judío y que eso no cambie o sirva para nada, hàganse hinchas de Olimpo, que al menos no los cuestionan.
Hay, tradicionalmente, un perdón a di-s (di-s, te perdonamos) y un perdón al hombre. Esto es interesante: uno no puede pedirle perdón a di-s cuando debe ser para otro hombre. No sólo di-s juzga. El judaísmo, incluso para quien cree en di-s, no termina en responsabilidades divinas.
Y por eso podemos evitar la pregunta de si di-s debería pedirnos perdón a nosotros. Además, el anónimo del final de la película Anita (cita no textual:le preguntaría a di-s poq permite la injusticia, la guerra, el hambre; pero sé que él me preguntaría lo mismo) no nos permite olvidar nuestras responsabilidades.
Buscar perdón implica haberse arrepentido. Arrepentirse es haber aprendido una forma de ser, una actitud diferente a aquella que dejamos atrás. Está abierta, entonces, la posibilidad de cambiar. Uno puede aprender y una vez que aprende ya no es el mismo. ¿Quien mató ayer es asesino hoy, si se arrepiente?
Un día del perdón al año parece una exigencia. Cuando de chicos no sabíamos por qué pedir perdón, la morá nos aconsejaba pedir perdón por las dudas; uno puede no darse cuenta. Hay una invitación a reflexionar con los demás sobre las propias acciones y sus efectos, pero también hay una incitación a no quedarse quieto. No habría qué perdonar si las personas no fueran responsables entre sí, si no hubioera que mirar al otro, soñar con el otro, hacer, intentar y equivocarse. El perdón para crecer, para construir con el otro.
El perdón es para acordar con el otro formas de vivir en conjunto. Uno se critica y da lugar a que el otro lo juzgue, sume en la critica para aprender. Es reconocernos como iguales, como parte de un pueblo que comparten un lugar y una manera de relacionarse.
Si algo nos une, es el poder escucharnos. Pretender evitar el disenso no es buscar unidad, a lo sumo se logra amontonamiento. Lo que une es escucharse, o sea, tratar de construir con el otro reconocièndolo como un igual, tomando como posibles sus visiones y no imponiendo las propias. Y a esta forma de llevarse con el otro obliga iom kippur.
Pero, ¿quién le pide perdón a un niño que no tiene para comer? ¿quién a los que pasan frío? ¿quién a quienes no tuvieron oportunidad de ser libres?
Lo contrario a reconocer como persona a otro es la indiferencia. No se niega al otro abiertamente, pero se lo ignora. Incluso con argumentos que apelan a nuestra libertad de decidir ignorar lo injusto,o explicando porque el otro no es merecedor de la libertad que nosotros tenemos.
Iom kippur nos enfrenta al otro, porque lo justo se define cara a cara entre los hombres. Y habrá que ver si aceptamos como justo el tener suerte al nacer, el que importen más deseos materiales que ayudar a quien solo no puede, el andar ignorando o proclamando enemigos por todos lados, y todas esas cosas que todos los días se hacen sin que nadie las entienda como discutibles para el día del perdón.
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