febrero 09, 2011

La educación de los nadies/6

Walter Benjamin decía que el principal desafío de la educación es que Auschwitz no se repita. Nunca más, repetimos acá, en Argentina.
Es que, ¿cuesta imaginar a cualquier vecino volviendo a decir algo habrán hecho? Porque a mi mamá no le cuesta, y me pide que no vaya a las marchas porque tiene miedo. A las marchas del nunca más. ¿Nunca más qué?
A las marchas por un trabajo digno, en las que te puede matar el sindicato que dice representarte. Y no pasa nada.
¿A qué escuelas fueron los policías que queman pibes en las comisarías pampeanas? Y nadie se ofende.
La gente llora con la telenovela, se asusta con el noticiero, y le cierra la puerta al nenito que anda vendiendo condimentos, en vez de jugando.
Si la escuela no tiene como objetivo enseñar que la vida de todos vale y que no hay justicia cuando algunos no tiene la posibilidad de ser libres, entonces, ¿quién va a educar a nuestra sociedad? ¿Los vendedores de ilusión?
Formar educadores no es enseñar a mantener el orden mientras el profesor desarrolla la historia de Egipto. Preguntémonos si sirve; rompamos el ideal del maestro en el aula monologando sobre la importancia del número tres.
La escuela puede ser el lugar común donde aprender a descubrirnos, a traspasar límites con la imaginación, a dudar de las respuestas correctas, a crear otros mundos posibles; en vez del espacio de la resignación, del estudiar por obligación, de zafar, de esperar al recreo, de odiar al profesor, de convencernos de nuestra incapacidad.
Y la universidad no puede ser diferente a la escuela que buscamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario