-Fábrica de papelitos
Además de aprender, parece necesario un certificado que demuestre que aprendiste.
La instancia que valida lo aprendido se vuelve el eje de las preocupaciones y esfuerzos de los estudiantes.
La presión y los tiempos se acomodan las fechas de examen. Hay leyes y horas de clase que se dedican a explicar este sistema.
¿La mejor manera de formarnos será intentando validar nuestros conocimientos en la instancia evaluativa?
¿Aprendemos para aprobar?
Tirar materias, sacárselas de encima. ¿No le vemos sentido, ni nos generan cariño, los contenidos vistos? ¿Los estudiamos porque hay que estudiarlos?
El alumno habla sobre lo que el profesor habló, esperando complacerlo. Se premia el saber sin riesgo, sin duda; se premia la memorización.
¿Será ésta la manera de formar profesionales, de formar docentes?
¿Qué docentes queremos? Y entonces responde el discurso universitario, tan bonito, tan bien armado; ¿sus palabras educaran más que el ejemplo de las prácticas cotidianas que lo contradicen?
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