febrero 09, 2011

La educación de los nadies/3

-Vos que sos buen compañero, ¿me pasás la tarea?
Separados en cajas; así estábamos los estudiantes en un dibujito de una clase de la negra Moreno que no paro de citar.
No hay neutralidad en la individualización de la comunidad educativa: personas que no se conocen, que no comparten, que no se encuentran en proyectos, lugares e identidades comunes son deseo de un sistema que sobrevive sembrando desconfianza y miedo.
Nosotros, que no somos tantos y venimos de pueblos, rompemos rápido los silencios incómodos, bien predispuestos a charlar con la gente que nos cruzamos todos los días. Pero la estructura universitaria no tiene como objetivo poder mirarnos, y descubrirnos.
Los parciales y finales van desechando compañeros, uno avanza dejando o quedando atrás en un recorrido que se atraviesa en soledad.
La competencia está latente en un sistema de notas que permite a los “mejores” acceder a mayores oportunidades laborales.
Los grupos se desarman, lo colectivo no interesa: no hay preocupación por la integración, por las relaciones grupales, por generar momentos de diálogo, por construir proyectos y experiencias en conjunto. Lo que pase entre estudiantes es lo que ellos mismos puedan lograr, a la universidad le es indiferente.
Y así aislados, los sueños se agotan y las ideas se pudren dentro de las cabezas, sin que nadie sepa de ellas.

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