Cuando elegimos la agraria como nuestra escuela no lo hicimos pensando en recibirnos como técnicos agropecuarios, por lo que la idea de realizar un proyecto que nos convirtiera en tales no nos resultaba de lo más atrayente. Sin embargo, pudimos encontrarle el sentido planteándolo de una manera poco usual, más acorde a nuestros intereses, que lejos están de lograr un proyecto netamente productivo (con la consabida fórmula: ganar plata es lo que importa).
Estamos convencidos de que la educación es el camino para el cambio hacia una sociedad que valore más a sus individuos que a lo que éstos produzcan. Creemos que actividades en que se valore la utilidad de las tareas por sobre su retribución y en las que los alumnos se sientan realmente parte del proceso de producción, para así considerar suyos los resultados y no sentirse un mero instrumento que está aprendiendo a ser útil, son una base para la construcción de personas que tal vez el día de mañana valoren más a un amigo que a su bolsillo.
Y es esa clase de logros los que se consiguen en esta escuela. Aunque no repartan títulos para eso, sino sonrisas…
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